Peña Popular 3 de Septiembre!!!!

  • UNA MIRADA DESDE EL MIR A MARCO

    Por: Mauro Castagno Ayala

    Dejémoslo claro desde el principio: el diputado Marco Enríquez-Ominami tiene todo el derecho a postularse como candidato presidencial. No cabe duda alguna que él y la gente que lo acompaña en esta iniciativa, hicieron un tremendo esfuerzo material y humano para juntar las firmas exigidas por la legalidad electoral pinochetista. Ya como candidato oficial, con su nombre estampado en la papeleta del voto, MEO se ha transformado en un protagonista de las elecciones del domingo próximo, y según sostienen algunos, en una alternativa seria a la candidatura de la Concertación.Asimismo, los dirigentes y militantes miristas que públicamente se han sumado a la candidatura presidencial de MEO, son reconocidos luchadores antidictatoriales, que en los momentos más duros de nuestra historia reciente, no dudaron en jugarse la libertad y la vida, para recuperar la democracia, y en consecuencia nadie puede cuestionar sus decisiones políticas actuales, aunque éstas puedan parecernos incomprensibles. Sin embargo, a partir de las declaraciones del ex Secretario General del MIR, el compañero Andrés Pascal, de la aparición de un grupo denominado “Coordinadora de la Cultura Mirista” que decididamente se ha sumado a los equipos de campana de MEO y de la pública reivindicación que el candidato Enríquez-Ominami ha hecho de la figura de Miguel, parece oportuno preguntarse qué elementos de esa “cultura mirista” hay en las propuestas políticas de MEO. La cuestión que debemos establecer, es cuáles serían esos elementos propios, esas particularidades, que permitirían caracterizar a la “cultura mirista” y diferenciarla de las otras “culturas” o “subculturas” de los demás partidos y organizaciones de izquierda. Responder esta pregunta no es fácil. La historia del Movimiento de Izquierda Revolucionaria tiene etapas o fases muy distintas. En efecto, ¿es comparable el MIR de fines de los 60 –época de pleno fervor revolucionario- con la organización sostenida por apenas un puñado de héroes, que hizo frente a la dictadura en los meses inmediatamente posteriores al golpe militar? O ¿se puede comparar al MIR de principios de los ochenta, cuando se sumaron a sus filas decenas de militantes provenientes del exterior y de las campañas de reclutamiento internas, que permitieron revitalizar la organización, con el MIR de fines de los 80, cuando dividido y agotado, dejó de incidir en la vida política? Sin embargo, nos parece que se pueden encontrar a lo largo de la historia mirista ciertos elementos que permanecieron constantes, y a partir de los cuales es posible construir algo así como una “identidad mirista”. En primer lugar, el MIR, desde sus orígenes, rechazó tajantemente las formas tradicionales de hacer política. La vía electoral nunca convenció a los miristas. Llamamos a última hora a votar por Allende en las elecciones del 70, y en las parlamentarias del 73, decidimos apoyar sin mucho entusiasmo a candidatos de la izquierda cristiana o socialistas. A los miristas nunca nos interesó ser diputados o senadores. Siempre tuvimos claro que la revolución socialista no pasaba por el Congreso. Un segundo elemento característico del actuar mirista en política, tiene que ver con los sectores sociales que debían ser los actores primordiales en el proceso de cambio social en Chile, y en los que se insertó decididamente con el afán de conducir sus luchas. En efecto, con aciertos y errores, nadie puede poner en duda que es mérito del MIR el haber movilizado a los “pobres del campo y de la ciudad”, y haberlos transformado en actores políticos relevantes. La movilización de los pobladores para las tomarse terrenos en los que se levantaron combativos campamentos, el corrimiento de cercos en los campos protagonizados por mapuches y pequeños parceleros, y el incipiente trabajo al interior de las fuerzas armadas, abortado a sangre y fuego, en las semanas anteriores al golpe, son expresiones y aportes del MIR a las luchas populares. Finalmente, un tercer elemento característico de las políticas miristas es haber sostenido siempre, y en todas las condiciones, que el único modelo social y político capaz de satisfacer las necesidades de las grandes mayorías nacionales, es el socialismo. Los miristas no creímos nunca en las edulcoradas fórmulas de la socialdemocracia que proponían convivir o humanizar al capitalismo. Por el contrario, sostuvimos siempre que los medios de producción debían estar en manos de las organizaciones de obreros y campesinos. Sostuvimos que la forma de construir el estado socialista era a través de la expresión de las diversas organizaciones sociales, de la más diversa índole, articuladas a través de lo que denominamos expresiones del poder popular. Corresponde ahora examinar de qué manera estos elementos característicos de la cultura mirista están presentes en el programa de gobierno del candidato Enríquez-Ominami. En este caso, la respuesta es mucho más simple: de ninguna. En efecto, un candidato presidencial que se define como un liberal de izquierda (¿qué es eso?); que ha desarrollado su breve carrera política en el Congreso, gozando de los beneficios que otorga ser diputado de la República; que propone mantener inalterable un modelo político y económico excluyente; con un programa económico diseñado por un economista de derecha, que contempla la privatización de Codelco, una tibia reforma tributaria; y en definitiva se conforma con administrar el actual estado de cosas, nada, absolutamente nada tiene que ver con las políticas del MIR y los miristas. Lo dijimos al principio: el diputado Enríquez-Ominami tiene todo el derecho a ser candidato presidencial. Los ex militantes y dirigentes del MIR que hoy día lo apoyan, tienen todo el derecho a organizarse para contribuir a su campaña. Pero afirmar que hay algo de la cultura mirista en las propuestas de MEO, es una afirmación absurda, que carece de todo respaldo fáctico, y que constituye una falta de respeto a la memoria de todos los combatientes miristas, especialmente aquellos que dejaron sus vidas en el empeño de tomar el cielo por asalto. Y eso es inaceptable.

    http://www.generacion80.cl/noticias/columna_completa.php?varid=6659

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